Da el primer paso con la fe. No tienes por qué ver toda la escalera. Basta con que subas el primer peldaño. Set your intention and let the Universe decide how are you going to reach it.

sábado, 18 de febrero de 2012

Lección de vida de una niña de 6 años

Recientemente he leído una historia inspirada de la realidad que me impresionó y me dio mucho por pensar. Por eso, se las voy a compartir traduciéndola, ya que es en rumano. Por lo tanto, la historia que vais a leer no está escrita por mí, lo mío será el comentario que le prosigue.
Historia original:  
http://sfatulparintilor.ro/48802/poveste-de-suflet-lectia-de-viata-de-la-o-fetita-de-6-ani/


" Cuentos para el alma: Lección de vida de una niña de 6 años
Ella tenía 6 años cuando me la encontré por primera vez en la playa. Venía a esta playa desde casi 10 kilómetros de distancia cada vez que sentía que el mundo cerraba sus puertas para mí. Como si la recuerdo. Construía un castillo de arena o algo y de pronto levantó sus ojos azules como el mar hacia mí y me dijo.
¡ Hola!
Le respondí refunfuñando, en aquel instante no me apetecía hablar con un niño.
 ¿Sabes? Estoy construyendo-me dijo.
Sí, estoy viendo. ¿Qué estás construyendo?-le pregunté sin ningún interés particular.
Ah, no sé, sólo quiero sentir la arena.
¡ Qué bien sonaba! Sentir la arena. Enseguida me quité los zapatos.
Un frailecillo silbador apareció.
¡Ey! ¡Mira a Joy! ( Joy en inglés-Alegría)
¿Quién es?
Joy. Mi mamá dice que los frailecillos silbadores traen alegría.
El pájaro siguió con su trabajo y se fue. ¡Adios Alegría! Hola, tristeza.- refunfuñé y seguí mi camino. Estaba deprimido. Mi vida era un total caos.
¿Cómo te llamas?- escucho detrás de mí y me digo pensando: !Oh, Dios, ya no se me quita de encima!
Robert.
Yo soy Wendi, tengo seis años.
Mucho gusto Wendy.
Reventó de la risa. ¿Sabes que eres gracioso?
A pesar de mi mal estado me reí junto a ella y seguí caminando. Sus reventadas parecían perseguirme.
Vuelva, señor R. Nos volveremos a divertir.
Habían pasado días y semanas que viví más para otros que para mí mismo: citas, juntas, una madre que sufría.
Una mañana, el sol brillaba así que me dije: ¡Necesito un frailecillo silbador! Cogí mi chaqueta y salí. Parecía que el mar estuviera esperándome. La brisa era fría, pero no importaba. Estaba paseando por la orilla intentando reponerme. Cuando de pronto, escuché una voz conocida que había olvidado.
¡Hola, señor R! ¿Quiere jugar?
Y, ¿en que piensas?-le respondí en tono irritado.
No sé. ¿Qué es lo que tú quieres?
Mmm, ¿Qué te parece una charada?-le pregunté sarcásticamente.
¡Charada! No sé como se juega eso.
Bueno. Entonces, vamos a pasear. Apenas entonces noté su carita de ángel.
¿Dónde vives?-pregunté.
Ahí, ¡mira!- enseñándome una fila de casas de vacaciónes.
¡Qué raro!-pensé. No me imaginaba que alguien podía ocupar una casa de vacaciones durante el invierno.
¿Donde estudias? –pregunté nuevamente.
No voy a la escuela. Mi mamá dice que estoy de vacaciones.
La niña seguía hablando mientras paseábamos por la orilla, pero mi mente vagabundeaba. Wendy me sonreía y, soprendentemente, me sentía mejor. Creo hasta haber visto a su madre sentada en el mirador y hubiera deseado que la mantuviera en casa.
¡Escucha! –le dije en tono áspero. Si no te molesta, quisiera estar sólo en este momento.
¿Por qué? –me respondió ella en un tono apagado. Y cuando la miré me pareció pálida y sin soplo.
¡Porque mi madre murió!-grité. Pero al mismo tiempo me reprendí a mí mismo: ¡Dios, ¿Cómo pude decirle esto a una niña?
¡Oh!-me respondió en tono bajito. Entonces, es un día triste!
SI! ¡Hoy, ayer y anteayer! ¡Vete!
¿Y dolió?-me preguntaba.
¿Si dolió?-le contesté desesperado.
Cuando pereció.
Sí, dolió. ¡Claro que dolió! –le respondía yo sin darme cuenta.
Desde entonces ya no nos habíamos visto. Había pasado más de un mes desde que no iba a la playa. Miré a ver si estaba, pero no la vi. Me sentía culpable y hasta avergonzado de echarle de menos. Me armé de valor y me fui para donde ella vivía.
¡Hola!-saludé a su madre que estaba en el mirador.
Soy Robert. Estaba paseando por la playa y como echaba de menos a su hija, pasé a ver como estaba.
¡Oh sí! Pasa, por favor. Wendy me dijo tantas cosas de ti. Te pido una disculpa por permitirle que te de tanto la lata.
Oh, no pasa nada. Es una niña encantadora.- le respondí yo dándome cuenta que llegaba a creer lo que había dicho hace apenas unos segundos. ¿Dónde está? –pregunté.
Wendy murió la semana pasada, Robert. Tenía leucemia. Seguramente no te lo dijo.
Me marée. Me senté sobre una silla. La respiración se me había cortado.
Le encantaba esta playa, así que, cuando me pidió que viniéramos a vivir aquí  no le dije no. Se sentía bien aquí y me decía que tenía muchos <<días felices>> como les llamaba ella. Pero, las últimas semanas su estado empeoró- contaba la madre de Wendy con una voz cada vez más se desvanecía. Sabes, dejó algo para ti. Espero encontrarlo. Sólo aguarda un momento, por favor.
No recuerdo lo que le había contestado. Mi mente corría como loca intentando encontrar una palabra de alivio para la pobre mujer. Luego volvió y me tendió un sobre que ponía Para el señor R. en mayúsculas y amplio. Adentro había una hoja en la que estaba dibujada una playa dorada, un mar azúl y un ave bruno. Y debajo ponía en mayúsculas: ¡ QUE UN FRAILECILLO SILBADOR TE TRAIGA ALEGRIA!
Las lágrimas invadieron instantáneamente mi rostro y un corazón que desde hace mucho tiempo había dejado de sentir amor se abría ampliamente. Cogí a la madre de Wendy en mis brazo y no dejaba de decirle: ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! Nos teníamos cogidos en los brazos los dos y llorábamos.
Aún guardo el dibujo sobre mi escritorio. Seis palabras, una para cada año de su vida, que me enseñaron lo que era la armonía, la valentía y el amor incondicional. Un regalo de un niño de ojos azules, de pelo arena que me enseño lo que era amar."
 
No es necesario que estés enfermo para aprender a ser feliz. Alégrate de la buena salud que gozas y encárgate de tu felicidad. Créala! Se halla en tus propias manos y es gratis. 
Tengamos el valor de alimentar nuestras almas y no nuestro orgullo. Regala abrazos, recibe abrazos, sonrisas y palabras para tu corazón. Construye un castillo,construye varios, construye lo que quieras, construye con amor. Y disfruta de las pequeñas cosas que son gratis. (como ese frailecillo silbador que trae la buena suerte)
Se dan cuenta de lo poco que necesitamos para ser felices?
 









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