Yo me equivoqué. Nunca debí pedirte nada, nunca debí de suplicar amor, porque el amor no se suplica ni se exige, el amor se da. El amor es un regalo y se encuentra en todas partes.
Tal vez me precipitara, a lo mejor lo sabía todo de memoria, desde antes de encontrarte. Y no dejé que tú lo vivieras, no dejé que hicieras esos pasos que te lanzaran a mis brazos. Puede que lo haya hecho y te asustaste tanto que te fugaste. Y te costó volver.
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